Sobre el Grameen Bank en Bangladesh

Muhammad Yunus
Premio Nóbel de la Paz 2006
Fiuggi, Italia. 27 octubre 2000.

Constituye, realmente, para mí un gran placer encontrarme aquí esta tarde ante un público tan numeroso y ante tantas personas de buena voluntad, con un compromiso en vistas de hacer algo diverso, de cambiar la opinión de muchas personas en este mundo. Tomo, pues, un poco de vuestro tiempo para contaros nuestra experiencia en Bangladesh.
Quisiera describiros un poco el contexto, para haceros comprender que yo no partí de una idea grandiosa, ni de una teoría particularmente sofisticada, que yo pretendía demostrar. No; diría, incluso, que yo no tenía ni siquiera un plan general de aquello que me prestaba a hacer. Pero lo que me impulsó a lanzarme en esta empresa fue, más bien, la frustración de ver que las cosas no iban como yo hubiera querido que fueran. Y Bangladesh es un país en el que las frustraciones de este género fácilmente se acumulan. Existen frustraciones en todas partes, se sueñan cosas, pero los sueños no se realizan y a veces pueden convertirse, incluso, en pesadillas.
Esto es lo que sucedió en Bangladesh, cuando en 1971 obtuvimos la independencia. Después de un baño terrible de sangre, después de las destrucciones que devastaron todo el país y que era el precio que debíamos pagar para lograr nuestra independencia, creíamos que habíamos resuelto todos nuestros problemas: pensábamos que podíamos construir una nación que realizara nuestros sueños. Pues no; en realidad no fue así. Bangladesh comenzó su decadencia de manera muy brusca, y a partir de 1974 ha habido una terrible carestía, personas que morían de hambre en todas las calles.
Esta era la situación en la que yo me encontré para empezar a enseñar en la Universidad teorías económicas refinadas: había comenzado a explicar a mis estudiantes que todos lo problemas se pueden resolver desde el punto de vista económico. Pero en realidad, en mi país, esto no sucedía, pues la gente continuaba a morir de hambre.
Entonces, en un momento determinado, traté de salir un poco de ese mundo imaginario e irreal en el que crecen los teóricos de la economía y comencé a buscar ser lo contrario de lo que era, es decir, a ser una persona pobre, o más bien, a ponerme en el lugar de un pobre que día tras día debe resolver sus problemas, un pobre de un barrio de la universidad donde yo enseñaba.
Y así me vino la idea de que, en vez de continuar a ver las cosas desde el punto de vista amplio de experto en economía, debía, más bien, tratar de ver las cosas desde abajo, desde el punto de vista de quienes permanecen en los andenes y que no se pueden elevar a la grandeza de los académicos, de los universitarios. De esta forma, mi trabajo me llevó a comprender cómo vivía la gente y a plantearme cuestiones para ver si llegaba a hacer algo.
Donde yo habitaba, al lado de la universidad, vivían estudiantes con pequeñas cantidades de dinero, y realmente quedé sorprendido cuando, mientras se realizaba una especie de censo de estas personas, traté de comprender de cuánto tenían necesidad esta gente. Eran 42 y solamente tenían necesidad de 27 dólares cada uno para sobrevivir..., pero no los tenían. Y de esta constatación comencé a partir.
Fue mi primera sorpresa. Para tratar de superarla, abrí mi cartera y presté dicha cantidad a estas personas. No me costaba mucho: solamente 27 dólares. Yo hubiera podido hacerles un regalo, darles una limosna, pero en este momento tomé una decisión, una decisión personal, y pensé que no era la caridad la que ayudaba de verdad a las personas: la caridad no ayuda a los pobres, porque la caridad priva a los pobres de su dignidad, y no les permite tener iniciativas. Les dije, pues, que les iba a dar 27 dólares, pero que era un préstamo, ya que me debían rembolsar dicha cantidad cuando pudieran hacerlo - en lugar de ir a pedir dinero a los usureros que les imponían condiciones realmente inicuas que transforman a quienes piden el préstamo en esclavos, sin que ellos mismos se den cuentan. Simplemente les ofrecí mejores condiciones y les pedí que me devolvieran los 27 dólares, cuando buenamente pudieran...
Más tarde comencé a reflexionar sobre si sería posible hacer lo mismo a escala más grande. Fui, pues, a un banco y pregunté si estaban dispuestos a hacer lo que yo había hecho. El director del banco me respondió que el banco no podía prestar dinero a los pobres, porque los pobres no son solventes.
Esta respuesta me fue de difícil aceptación. Insistí al director. Pero este hombre continuaba a responderme que "No, que esto no servía a nada, porque se sabía que los pobres no son solventes y no pueden pagar sus deudas". Entonces le dije: "¿Ha tratado de hacerlo personalmente? ¡Lo intente, pues! - Me respondió: "No, todo el mundo lo sabe, es inútil intentarlo".
Esta explicación no me convenció, y continué a buscar una solución. Después de una serie de negociaciones, de conversaciones con las autoridades de bancos, me ofrecí garante en caso de préstamos que el banco otorgaría a los pobres de este pueblo, al lado de la universidad. Y así comencé en 1976.
Lo que resulta totalmente prodigioso, es que mientras firmaba el documento en el banco, comencé a pensar que podía despedirme de mi dinero y que era la última vez que lo veía..Pero al final de cuentas, todo este dinero me lo han devuelto hasta el último céntimo. Y esto lo repetí en diversos pueblos, y cada vez el director del banco me decía: "No, Usted no puede repetir esta experiencia en otros pueblos"; pensaba que él deseaba que yo llegara a un fracaso. El no pensaba realizar esta experiencia, y pensaba que yo mismo debía crear un banco para ofrecer este tipo de servicio a los pobres.
Fueron necesarios años, pero en 1983 logré la autorización del gobierno para crear un banco de este tipo. Y hoy, en Bangladesh, nuestro banco, el Grameen Bank, está presente en 4.000 aldeas. Es un banco que presta dinero a los pobres, a los menos habientes, sin exigir garantías, y así permitirles hacer inversiones en actividades productivas, incluyendo sus necesidades de supervivencia.
En al actualidad, este banco cuenta con 2.400.000 clientes, de los que el 90% son mujeres; mujeres muy pobres, quienes, gracias a los pequeños préstamos que reciben del banco, han conseguido mejorar su situación económica y actualmente están en trance de adquirir, poco a poco, cierta confianza en ellas mismas; una vez reembosaldo el préstamo, piden otro para alargar su actividad, de tal forma que las economías, con las que han logrado mejorar su condición de vida, son cada vez más numerosas. La tercera parte de los clientes del Grameen Bank ha superado el umbral de pobreza , y son muchos los que logran realizar sus sueños. El banco es propiedad de los mismos clientes. Ni yo, ni ningún otro es el propietario. Los clientes son propietarios accionarios del banco. Y ellos componen el Consejo de Administración y son los que establecen la política del banco.
La gente me pregunta: "¿Cuál es la diferencia que existe entre el banco tradicional y el Grameen Bank?" Me dicen: "De acuerdo, es un banco que trabaja para los pobres, pero siempre es un banco". Generalmente, yo les doy esta explicación: " Se dice que el fútbol es fútbol, y no se distingue el fútbol americano del fútbol europeo, pues, al fin de cuentas, son dos juegos que tienen el mismo nombre, y, sin embargo, son dos deportes completamente diversos. En nuestro caso, sucede algo parecido: nuestro banco se llama Grameen Bank, y es un banco como los demás, pero nosotros partimos de un punto de vista completamente diverso: el método es totalmente diverso del de los bancos tradicionales".
En todo el mundo, éstos se basan en el principio siguiente: cuanto más dinero se posee, más dinero se obtiene, es decir, que cuanto más rico se es, más rico se llega a ser, y los bancos hacen la corte a los clientes que tienen mucho dinero, ofreciéndoles aún más dinero y se desinteresan totalmente de los pobres. Cuando un indigente se presenta a un banco, éste le pide garantías; si no se las puede ofrecer, entonces se le responde, como a todos los indigentes, que no es fiable, que no es solvente.
Pero ¿tienen derecho los bancos a responder de esta forma? La verdadera cuestión que deberían plantearse los bancos es la siguiente: "¿Son solventes, fiables, estas personas desde el punto de vista humano? Es necesario evaluar la credibilidad de una persona en cuento ser humano y no en cuanto ser económico. Quizás pueda ser éste el sistema de los bancos que existen y que no funcionan para aquellas personas; Quizás el deber de los bancos tradicionales pudiera ser cambiar su forma de trabajar, para así poder servir a este tipo de clientes, para no condenar a esta gente a la pobreza, para no condenar a los pobres a ser cada vez más pobres.
Y en el mundo en que vivimos, es necesario el dinero para poder sobrevivir, pues es necesario poseer un dólar para poder obtener otro dólar. Y cuando uno tiene un dólar en la mano, obtiene otro; con dos dólares se ganan otros dos y así sucesivamente. Pero si se parte con las manos vacías, si no se tiene este dólar inicial, no se logra nada.
Nuestro banco concede ese capital inicial, que permite a una persona poder sobrevivir.
¿Qué hace, pues, el Grameen Bank?
El principio en el que se basa la actividad de nuestro banco es el siguiente: quien menos posee, más prioritario es en la lista de quienes piden un préstamo. Y de esta forma no se plantean cuestiones sobre las garantías, sobre la experiencia adquirida, sobre lo que sea, porque si una persona no tiene nada, goza, por ello, de la prioridad absoluta, pues es ella la que más necesidad tiene de un préstamo.
He aquí cómo procedemos:
Cuando uno va a pedir un préstamo a los bancos tradicionales, se le pregunta si conoce tal o tal profesión, si conoce el sector en el que se desea invertir: siempre es necesario probar que uno es potente o que puede serlo.
En el Grameen Bank, por el contrario, decimos sencillamente a la gente: "si usted tiene necesidad de dinero venga donde nosotros, pues nosotros se lo prestaremos". En Bangladesh nos dirigimos sobre todo a las mujeres, a las mujeres que no poseen alguna actividad económica o comercial, a las mujeres que, incluso, no poseen el hábito de manejar el dinero y que, se dice generalmente, ni siquiera tienen necesidad de dinero. Nosotros podemos hacerles comprender que tienen necesidad de dinero y que pueden encontrar iniciativas para abrir una actividad, para realizar un trabajo productivo. Hay mujeres que ponen todas las cuestiones económicas en manos de sus esposos, tienen miedo a tocar el dinero, nunca lo han manejado en su vida. Tienen miedo a que se les critique si se lanzan a cualquier actividad económica. Hay mujeres que afirman que no tienen absolutamente ninguna experiencia en ningún tipo de actividad.
Ven ustedes que nosotros partimos de un principio completamente diverso: animamos a la gente que nunca ha tenido dinero a disposición, que nunca ha realizado un trabajo para obtener una ganancia. Nosotros las impulsamos a comprometerse en este tipo de actividades. Si alguien nos dice que no tiene experiencia y que tiene miedo a manejar el dinero, es precisamente esta persona la que nos interesa.
Lo que nosotros pretendemos es cambiar la mentalidad de las personas que dicen que no lo lograrán nunca, sobre todo, la de estas mujeres que durante toda su vida han considerado el hecho de ser mujer como un problema, porque cuando nacieron, con dificultad se las ha acogido en la familia, dado que el nacimiento de una hija es una mala noticia; cuando han crecido, se han sentido decir que ellas son la ruina de la familia porque son mujeres; y cuando más tarde llega el tiempo de casarse, se les dice que no deben buscar marido, pues continuarán siendo un peso para la familia. Y de esta forma, estas mujeres terminan viviendo como si en realidad no existieran. Se esfuerzan en no ocuparse de nada, para no crear más problemas.
Nosotros, sin embargo, las animamos a que piensen en una vida diversa. El 95% de los 2.400.000 clientes, que piden actualmente préstamos a nuestro banco, son mujeres. He aquí la diferencia entre nuestro banco y el banco tradicional: en un banco tradicional, cuando se logra obtener un préstamo, el banco nos hace firmar toda una serie de papeles de múltiples colores, amarillos, verdes, etc.... para que los abogados del banco puedan constatar si este prestatario no puede rembolsar el préstamo, por lo que se haría necesario tener la seguridad de poder recuperar algún día el dinero.
Mientras para nosotros, en el Grameen Bank, no existen instrumento jurídicos entre nosotros y nuestros 2.400.000 clientes. No les hacemos firmar nada, ni papeles amarillos, ni verdes, ni de ningún color. Y al principio, no tenemos necesidad de saber si las personas conocen la profesión o si saben hacer alguna cosa, o si conocen su sector de actividad . No tenemos necesidad de abogado, dejamos a parte los instrumentos jurídicos. Pensamos que, en resumidas cuentas, todo esto es razonable, porque ¿qué quiere decir el mismo término de "crédito"? Quiere decir "confianza", tener confianza. Por el contrario, los bancos tradicionales han tomado el término "crédito" y han construido en su entorno un edificio realmente gigantesco, porque, en realidad, no tienen confianza en las personas. Por esto, los bancos tradicionales tienen un sin número de abogados y os atan de tal forma que os impiden escapar; cada vez que os otorgan un préstamo, piensan que habrá un problema con el prestatario.
Mientras nosotros partimos de una posición diferente: nosotros pensamos, y partimos del principio de que toda persona es buena y tenemos confianza en ella; tomamos la acepción original del término "crédito", y todo nuestro sistema se basa en la confianza. Y ¡funciona! En Bangladesh, nosotros funcionamos mejor que cualquier otro banco, pues casi en la medida del 100% nuestro dinero se nos devuelve. Y cuando alguien me pregunta: "¿cómo has llegado a imaginar todo este procedimiento?" Respondo: "no lo sé".
Cuando hemos debido determinar algunas reglas para nuestra actividad, hemos mirado cómo funcional los bancos tradicionales, y hemos hecho exactamente todo lo contrario. De esta forma, todo el dinero que prestamos, nos es devuelto.
Por ejemplo, nosotros no queremos que las personas vayan al banco, somos nosotros quienes hemos de ir hacia las personas. Hoy día, el Grameen Bank se ha convertido en un gran banco con 2.000 empleados, y estos empleados van a las 40.000 aldeas todas las semanas, pues toda nuestra actividad se basa en esta actividad de gestión semanal; los empleados deben encontrar nuestros 2.400.000 clientes, y los encuentran directamente, porque todo nuestro servicio bancario se ofrece directamente a las personas, en sus mismas casas. Naturalmente, es una tarea enorme, si pensamos en los kilómetros que estas personas tienen que recorrer en una semana: ¡casi la vuelta al mundo! Pero es esto, precisamente, lo que simplifica todo: si se le pide a una mujer ignorante, analfabeta, que vaya al banco, que haga la fila ante una ventanilla, que haga todo lo que los bancos ordinarios piden que se haga, esta mujer no irá nunca al banco, aunque desee crear una actividad. Nosotros iremos donde ella, como si se tratara de una visita familiar, y las mujeres se encuentran muy a gusto trabajando con nosotros de esta forma.
Cuando esta persona viene por primera vez a pedir un préstamo al banco, serán solamente 30 dólares, generalmente comienza a temblar, porque tiene la impresión de que realmente es imposible que una persona al mundo pueda confiar en ella. Y, entonces, comienzan a llorar cuando reciben sus 30 dólares, se sienten emocionadas, y se prometen así mismas que, si alguien ha podido depositar tanta confianza en ellas, ellas están dispuestas a hacer lo que sea, incluso a dar la vida, para poder recompensar la confianza que se las otorgado. Por esta razón, las mujeres se empeñan al máximo para poder devolver el dinero que se les ha prestado.
Ahora podemos decir, después de 25 años de trabajo, que los préstamos medios que nosotros concedemos están por debajo de los 100 dólares; pero si añadimos todo el dinero que una persona puede recibir a lo largo de su vida, llegamos a cantidades muy considerables.
En el mes de abril de 1995, llegamos a los primeros mil millones de dólares, concedidos en préstamos: fue realmente maravilloso, quisimos hacer una fiesta, pues un banco que había comenzado con un préstamo de 27$, había llegado a mil millones de dólares, y éstos nosotros los poníamos en las manos de los pobres. En 1998, llegamos a nuestros dos mil millones de dólares, y no hicimos fiesta, pues para nosotros era algo normal.... En la actualidad, hemos superado tres mil millones de dólares, y casi no nos damos cuenta de ello, porque, en realidad cada dos años aumentamos en más de mil millones. Y la gente comienza a creer en nosotros...
Pero no es esta la historia que yo quisiera contar. La historia es que los prestatarios han recibido ciertamente tres mil millones y nosotros se los hemos dado, nosotros hemos confiado en ellos. Y el banco es también una institución muy estable, cuyos propietarios son los pobres.
Comenzamos a conceder préstamos para la construcción de casas: nuestros clientes son personas muy pobres y pensamos que, dado que las personas que pedían préstamos eran también accionistas del banco, nosotros les podíamos conceder préstamos para construir sus casas. Y, una vez más, se nos dijo: "Vosotros no podéis conceder préstamos a personas tan pobres para construir sus casas. Si vosotros dais dinero a una mujer para que compre una vaca, con el dinero de la leche, ella puede rembolsaros la deuda, pero si una persona recibe dinero para construir una casa, ¿cómo puede devolveros este dinero?". Pero nosotros partimos del mismo principio "crédito - confianza". Para los pobres, la casa no es un bien de consumo, sino un bien que concurre también a su actividad; por ejemplo, en nuestro país existen los monzones y unas condiciones climáticas terribles: si no se tiene un tejado que cubra la persona, la cuestión se convierte en muy grave, porque hay lodo en el interior de la casa, las personas se sienten como animales en un establo y no como seres humanos. Partí, pues, del hecho de que si una mujer puede trabajar sobre un suelo seco, toda su productividad será mayor, diez veces más importante. Y, sobre todo, el hecho de que ella se sienta un ser humano, hará que ella se sienta con fuerzas para seguir adelante, para seguir trabajando y así asegurar su dignidad.
Y esto es exactamente lo que se ha hecho. Durante estos últimos hemos concedido más de medio millón de préstamos para la construcción de casas, y con ellos se han construido más de 500.000 casas. Nosotros prestamos, por término medio, 300 dólares, con los que las personas construyen casas con un tejado de chapa y muros de cemento, y esto les permite tener agua potable en casa. Y cada vez que visito una de estas nuevas casas, veo familias felices porque han podido realizar su sueño: para ellas, esta casa de 300 dólares es un palacio con un suelo realmente seco.
Cuando nuestro banco hace esto, ¿lo hace por pura amabilidad? Sencillamente, no: es, en realidad, un negocio, porque nosotros obtenemos un reciprocidad por los préstamos que concedemos y así cerramos el círculo. No es un don: nosotros aumentamos nuestro negocio, pues este dinero añadido nos permite alargar nuestra actividad.
Cuando nosotros hemos tenido necesidad de dinero adicional, hemos entrado en los mercados, y hemos emitido obligaciones con las que hemos logrado obtener 350 millones de dólares. Después comenzamos a trabajar con otros títulos, títulos de bancos.
Hemos realizado también otras operaciones, como "la operación de las 16 decisiones". Pasados algunos años, los prestatarios volvían, después de haber rembolsado el préstamo, para pedir otro y realizar algo que deseaban hacer en su vida. Es lo que llamamos las "decisiones".
Por ejemplo, si la familia decide enviar a sus hijos a la escuela (con mucha frecuencia los niños no van a la escuela porque deben ayudar a su padres en el trabajo), hablamos con la madre y decidimos juntos hacerlo = es una decisión importante, y nosotros trabajamos no sólo para enviarlos a la escuela, sino también para que permanezcan en ella. Les puedo asegurar que hoy día, el 100% de los hijos de los prestatarios del Grameen Bank van a la escuela, pues comprenden el valor, la importancia de la educación y de la escuela. Estos padres han comprendido que sus hijos deben crecer como seres humanos. Es la expresión que utilizamos en nuestra lengua: cuando les preguntamos: "¿qué deseáis que vuestros hijos sean el día de mañana?" Siempre nos responden: "que nuestros hijos sean seres humanos". Y entre las cualidades del ser humano está la de ser instruido.
Pero todavía hemos ido más lejos. Hace unos tres años, en una aldea en la que trabajábamos, encontré una de esas pequeñas niñas a la que nosotros habíamos financiado la escuela, y le pregunté: "¿Tú vas a la escuela?" Me respondió: "Ciertamente, ahora yo voy a la escuela de ingenieros, una vez que terminé mis estudios de segunda enseñanza". Es para mí algo fantástico ver que una familia de analfabetas, que nunca había tenido la posibilidad de hacer estudiar a sus hijos, una hija suya frecuentaba la escuela de ingenieros. No me había dado cuenta de que ahora, gracias a el Grameen Bank, numerosos jóvenes frecuentaban la escuela de ingenieros, la facultad de medicina, la universidad; había pensado que lograrían llegar hasta el final del Colegio, pero que nunca llegarían a este nivel. Y emprendí un nuevo programa de préstamos para la escuela superior, para permitir que cualquier familia pudiera hacer estudiar a su hijos. Gracias a este programa, todos los estudiantes que colaboran con nosotros pueden obtener préstamos para cubrir sus gastos: libros, gastos de universidad, etc. Basta una sencilla declaración del estudiante que se compromete, terminados sus estudios y obtenido un diploma, y una vez que haya comenzado a ganar, a rembolsar el préstamo. Se me pregunta: "¿estás seguro que te pagarán?" Yo planteé la cuestión a muchos de estos estudiantes; han sido educados al principio de rembolsar el dinero, y muchos me respondieron que, apenas ganen dinero, rembolsarán tres veces lo que han recibido, porque son conscientes de la posibilidad que han tenido y quieren ayudar a que otros jóvenes puedan estudiar.
Otra "decisión" se refiere a la dote: en realidad, es una enfermedad entre nosotros. Una joven no puede casarse si no se le da una dote elevada. Esto representa una especie de maldición para la familia que tiene hijas. Se discutió durante días y días: "¿Por qué debemos dar dotes? Por qué los hombres, cuando se casan han de recibir una dote?" Esta cuestión no se refiere solamente a la madre que tiene una hija, pero también a la madre que tiene un hijo. Entonces nosotros dijimos: la madre que tiene un hijo no debe pedir dote para su hijo y la madre de una hija, no ha de dar dote por su hija. En ningún caso el Grameen Bank concede préstamos para una dote, y los prestatarios del Grameen Bank se comprometen a salir del sistema de la dote.
Otra decisión: la cultura de las hortalizas. Muchos niños son ciegos por falta de vitaminas. Mediante un consumo mayor de hortalizas que contienen vitaminas, el problema de la ceguera se puede resolver: hemos decidido, pues, favorecer la cultura de las hortalizas; el Grameen Bank vende semillas para que las familias cultiven hortalizas como una verdadera explotación, una verdadera empresa; nosotros les ofrecemos los servicios financieros, y las personas gestionan, como creen oportuno, el dinero que reciben.
Cuando uno busca soluciones contra la pobreza, no es necesario interpelar a los pobres, pues no son ellos quienes han creado la pobreza; es necesario mirarnos a nosotros mismos. Nosotros hemos creado instituciones que han creado pobreza, que la han mantenido, nosotros hemos creado políticas que han determinado la pobreza.
Lo que yo he tratado de explicaros es un ejemplo importante que se refiere a las instituciones financieras; traté de haceros comprender que el Grameen Bank no es una institución caritativa, sino un banco como los demás. Sólo existe una diferencia: este banco permite a hombres y mujeres trabajar fácilmente con él. Y muchas cosas cambian, gracias a esta actividad. Se pueden hacer muchas cosas, tratando de revisar un poco la organización de las instituciones.
Esta noción de Grameen Bank está a punto de extenderse a todo el mundo: ya existen en 75 países programas análogos a los de nuestro banco: Pakistán, Filipinas, Indonesia, y en muchos países africanos. En Europa también existen instituciones que siguen nuestro modelo: acabo de participar en Nápoles a un coloquio organizado precisamente para hablar de un programa en este sentido, y ya existe en Noruega, Francia, Suecia, Finlandia, Polonia, Bosnia, Kosovo. Así mismo en Estados Unidos, en Canadá. Esta necesidad existe en todas partes. No es nada de extraño, es algo real, Bangladesh no es un país especial.
Yo insisto con frecuencia en el hecho de que el crédito se ha de considerar como un derecho de la persona. Los bancos no tienen ningún derecho a denegar préstamos. Aplican una especie de separación racial... y lo hacen sin provocar descontentos. Nosotros podemos reformar este tipo de actitudes en el nuevo milenio. Esperamos crear un mundo en el que no haya pobres. No tenemos necesidad de pobres, no hay razón para que los pobres existan, porque toda persona tiene las mismas capacidades de cualquier otra en el mundo: entonces, ¿por qué ha de permanecer pobre toda su vida?
Hemos de decidir que queremos establecer estas instituciones y estas estructuras. Pero nosotros hemos de ser verdaderamente obstinados. No hemos de prestar oídos a todas las tesis contrarias a estas instituciones alternativas. Así, cuando hemos querido encontrar una manera más rápida de comunicar con los demás, hemos inventando Internet, que antes no existía y que ahora es una manera bastante económica para superar las distancias...
Del mismo modo, si nosotros deseamos mejorar las condiciones de vida de las personas, es necesario crear instituciones que lo permitan. He pretendido contaros esta idea de base del Grameen Bank, para que os pueda ayudar en vuestro camino. En 1997 convocamos una cumbre, en el que fijamos un objetivo: llegar a 100 millones de familias pobres, 100 millones de mujeres mediante nuestros micro-préstamos hasta el 2005. Estoy convencido de que lograremos este objetivo. Y si nosotros nos unimos, ¡estoy seguro que lo lograremos inmediatamente!
Gracias.